Mi abuela me ha hecho recapacitar sobre la importancia del matrimonio. Este fin de año decidió que, ya anciana, no necesitaba "nada material". Así que se puso a regalar muebles, adornos, vajillas y demás. A todos nos tocó un poquito. Por ejemplo, mi mamá se quedó un mantel, otra tía un florerito, yo unos guantes de piel.
La verdadera sorpresa fue en la comida familiar de hoy, a la que llegó con cajas y cajas llenas de sorpresas. Adentro había:
- Un juego de té hermoso, finísimo, de porcelana; diseño italiano del siglo XIX que se trajo a México después de la guerra. Tiene todo tipo de curiosidades, platitos y tazas de diferentes tamaños, azucarera, jarra para la crema, cajita y botecitos para guardar infusiones.
- Dos dibujos originales de Francisco Goitia. Una mujer desnuda y el boceto de un brazo masculino.
- Fundas de almohadas y colchas, 100% lino, bordados, de principios del siglo XX, también italianos.
- Un juego de lámparas (también italianas) que quedarían excelentes en la casa que no tengo. Forradas con seda en diseños floreados, cursis como yo, barrocas, kitsch.
Pero la sorpresa mayor fue que todo, todo, era para una de mis primas.
- Por qué todo para Tere, abue?
- Porque parece que es la única que se va a casar.
Está bien que mi prima lleve 5 años con su novio, que vaya a misa todos los domingos, y que, por exigencias de la moral, corra a su novio de su casa cuando dan las 10 pm, pero le hice ver que si alguien tenía verdaderos planes de irse a vivir sola pronto (y, por ende, "montar casa") era yo. Le quise también explicar que sólo tengo 23 años, y que en estas épocas seguía teniendo perfectas posibilidades de casarme en algún momento de mi vida (momento ene l cual me gustaría contar con un buen juego de te). Pero no la convencí. Hizo la entrega pública de los regalos a mi prima, para la nueva casa que no existe (en realidad, ni siquiera en planes, sino sólo en suposiciones y chismes familiares) pero feliz de que tuviera una nieta con verdaderas posibilidades de casarse.
Quizás tenga devaluado el valor del matrimonio. No me caería nada mal un jueguito de te.